Temor a la doble indemnización: empresas aceleran ajuste antes del cambio de gobierno en Argentina
En el último mes y medio, firmas grandes sumaron unos 1.000 despidos. Piensan que les será más difícil hacerlo con el kirchnerismo en el poder.
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Con cada paso que da Alberto Fernández hacia su asunción como presidente de Argentina, toma forma la idea de un pacto social. Ese etéreo acuerdo mediante el cual, a la parte empresaria, se le exigirá un congelamiento de precios y despidos. Más, con el reaparecido fantasma de la doble indemnización.
Pero, mientras esas ideas circulan de conversaciones reservadas a lenguas indiscretas, la crisis sigue haciendo estragos. En el último mes y medio hubo, al menos, una decena de cierre de fábricas. E involucran a pesos pesado de la economía local, como Arcor y Ledesma, y a multinacionales: Massalin Particulares (Philip Morris), Unilever, 3M y Kimberly-Clark, entre las más relevantes.
En los casos que relevó El Cronista, implicó la desvinculación de 1.000 personas. No son las únicas: Despegar recortó 80 puestos y una gran gasífera, unos 50 de su plantel administrativo.
Oficialmente, las razones son varias. En general, reordenamientos del negocio, búsquedas de sinergias o la última opción, en los casos en los que no se le encontró la vuelta al contexto económico.
"Este reordenamiento responde a dos causas fundamentales: la caída en el consumo del papel encapado (...) y, como consecuencia de lo anterior, a la decisión de Ledesma de reorientar su producción hacia el papel natural en Jujuy", alegó el gigante azucarero, para explicar el cierre de su planta en San Luis, donde trabajaban 85 operarios. La empresa de los Blaquier prolongó la medida lo más que pudo, hasta después de las elecciones.
"La decisión de cesar las actividades en la planta de Goya responde a que, en los últimos años, se redujeron las ventas de la compañía", indicó Massalin Particulares, que informó la desafectación de 220 personas en Corrientes (está en conciliación obligatoria).
"Esta es una medida de última instancia, que se toma con suma responsabilidad, luego de haber analizado y agotado todos los cambios y adaptaciones en otros aspectos de la operación", subrayó Unilever en el shut-down de su elaboradora de aderezos en La Rioja (120 personas).
"Los números de las empresas están muy sufridos. La crisis es muy prolongada y, al ser tan caro el financiamiento (o, prácticamente, no existir), obliga a ajustar más rápido", analiza Ignacio Aquino, socio de Corporate Finance de PwC Argentina. "Una cosa es soportar una planta deficitaria cuando el resto funciona bien, que cuando todo el contexto es negativo", agrega.
Cuestión de timing
Hay otro punto, que nadie está dispuesto a reconocer on the record. "Tomo la decisión porque, después, no voy a poder. Entonces, se lo hago al pato rengo. Y, si encima, vuelve la doble...", describe la lógica un abogado de negocios, experimentado en arar sobre pedregales financieros.
No hay certezas pero sí íntima convicción de que, con un apóstol del primer kirchnerismo como Fernández en la Casa Rosada, sea mucho más costoso -económica, administrativa y políticamente- ejecutar un ajuste. Hay, también, algo de picardía.
"Cierro o despido, le echo la culpa al gobierno que se va y la reincorporación se la concedo al próximo, a cambio de algo", retoma el abogado.
Agrega un factor adicional en la cuenta regresiva hasta el 10 de diciembre: una resistencia sindical algo más laxa. "Los gremios están tranquilos. No quieren aparecer boicoteando la transición", describe.
Un sector particularmente afectado fue el de las autopartes. "Las multinacionales evalúan permanentemente el costo de cerrar versus el de seguir", admite una alta fuente del sector. Además de la alemana 3M, bajaron persianas la italiana Brembo y la francesa Faurecia.
En este caso, al margen de la caída de actividad -la producción de autos, este año, apenas superará las 300 mil unidades, contra 47 mil de 2018-, inquieta la incertidumbre que, más por efecto Jair (Bolsonaro) que Fernández, gravita sobre el Mercosur.
"Son todas reacciones relacionadas con las expectativas", describe la fuente. Por eso, aceleran el ajuste. "Después, muchas querrán cuidarse. Sobre todo, las grandes: son quienes quedarán bajo el foco", agrega.
El caso emblemático: Mirgor. El mes pasado, bajó un turno de producción: 190 telegramas. Uno de sus controlantes es Nicolás Caputo, el mejor amigo de Mauricio Macri.